
Para que la mujer sonría tiene que aprender a vivir “despacio”, sin dejarse atropellar por el torbellino de las circunstancias. Necesita tiempo para estar atenta a los otros, a los suyos. Cuando los vea, descubrirá sus necesidades, y si las descubre, se entregará a remediarlas. La mujer es madre siempre. Entonces sonreirá, pero lo hará desde dentro, y su sonrisa tendrá luz, vida.